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¿Familias democráticas o autoritarias?

  • Foto del escritor: Carlos Li
    Carlos Li
  • 19 jul 2020
  • 3 Min. de lectura
Así como un país puede ser democrático o autoritario, las familias también pueden serlo. ¿Se lleva a votación lo que se hace en casa o los padres deciden y los hijos cumplen sin objetar?
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Hace poco estuve en casa de unos conocidos quienes tienen dos niños pequeños. Era casi la hora del almuerzo y me sorprendió mucho que la mamá les hiciera una pregunta: "¿Qué quieren hoy de comer?". Naturalmente, la respuesta de los dos peques no se hizo esperar y comenzaron a nombrar platos que, sin duda, aparecerían en la lista negra de la Organización Mundial de la Salud. Papas fritas, pizza, etc. ¡Qué diantres esperaba esa señora que sus hijos respondieran!, ¿lentejas, quinua, sopa de verduras? Quizá estas tres opciones sean un poquito extremas, pero entienden a lo que voy. Trato de recordar si en alguna ocasión de mi niñez mis padres me dejaran decidir el menú del día. Pues no, no existe ese tipo de información en mi base de datos :) Y es que claro, si así hubiese sucedido, es más que probable que siempre hubiese elegido milanesa con papas fritas.


Quizá suena algo duro o estricto, pero estoy convencido de que cuando se trata de una familia, el autoritarismo de padres hacia hijos es inevitable. Sé que el simple hecho de mencionar la palabra "autoritarismo" hace que se enciendan las alarmas, pero creanme, cuando se pone en juego la educación y salud de los hijos, el rol de la autoridad es vital. Estoy consciente de que los tiempos han cambiado y las familias son menos patriarcales. Los castigos físicos se han dejado de lado y los hijos han comenzado a tener voz y, hasta en ocasiones, voto en muchas de las decisiones que se toman en casa. Sin embargo, de allí a pasar a un estilo de vida familiar democrático creo que sería un error. Pero antes de saltar a conclusiones, decidí hacer algunas pruebas en mi propia casa.


Prueba A: Puse a voto popular el menú del almuerzo del día.

Opción 1. Arroz con lentejas, croquetas de atún y brócoli al vapor.

Opción 2. Salchichas parrilleras con papas fritas y ketchup.

> Resultado: 1 voto para la opción nutritiva y 3 votos para la opción irresponsable.


Prueba B: Puse a voto popular la salida del día domingo.

Opción 1. Visita a la casa de la abuela por motivo de su cumpleaños.

Opción 2. Pasar el domingo en casa viendo Netflix.

> Resultado: 1 voto para visitar a la abuela en el dia de su cumpleaños, y 3 votos para Netflix.


Durante varios días realicé pruebas como éstas, poniendo siempre una opción responsable y otra no. El resultado fue que, siempre ganaba la opción irresponsable. Lo interesante fue ver que, en ciertas pruebas, a pesar de ellos saber cuál opción era la responsable, se dejaban llevar por el deseo y elegían la opción irresponsable.


No hace falta ser un genio para darse cuenta de que, en su mayoría, los niños siempre se van a inclinar por las opciones más estimulantes y no por las responsables. Y aquí es donde entran a tallar los padres y el sistema de autoridad para poner orden. Esto podría sonar muy lógico, sin embargo, ya he conocido muchas familias que creen en la democratización de la familia y dejan a los hijos elegir casi todo: qué quieren jugar, qué película quieren ver, qué quieren comer, etc. Los padres no podemos olvidar que tenemos un rol en la familia y este es el de ser la autoridad. Tenemos que entender que existen cosas innegociables y que no se pueden poner a votación.

 
 
 

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